lunes, 24 de noviembre de 2008


Es como una lavadora, mi estómago da vueltas. Videos trístemente románticos de la época renacentista. Fotos mojadas por el agua salada de mis lágrimas. Incluso canciones que envuelven el salón de un aura melancólica. Un pensamiento nace limpio y puro. Soledad.


Todo tiende al equilibrio, todo tiende a emparejarse. Donde tres son multitud no hay sitio para mí.


Al son de una guitarra española de madera se marcan los ritmos de mis teclas. Dicen que escribir libera, pues yo escribo. Largas y tendidas horas en compañía de ideas blancas. ¿Sabes a qué me refiero, verdad? Claro que sí.. todos somos pobres poetas esclavos de las palabras más punzantes. Aspiramos a nubes de algodón, a rios de elixir sagrado, a los vetustos sueños de los más sabios. Si pudiera degustar un bocado de verdad absoluta.. tan sólo un simple bocado.. podría dejar de desvariar entre sentimientos locos.


Hoy es un caos de sensaciones posadas a verde piel de flor. Me relajo: aspiro, expiro.. y a cada diez notas en la sinfonía un suspiro. Hoy podría dibujar con letras mil miradas diferente en paredes descorchadas. Hoy es lo que hay.




lunes, 10 de noviembre de 2008




Fue en un césped... en un césped rociado de llantos. La melancolía que me abrazaba cada vez que el viendo resoplaba de cansancio parecía ser infinita.
...
Me gusta el fango. A veces imagino que estoy frente un charco fangoso y juego a hacer dibujos con un palo. De repente comienza a llover. El palo se desliza entre mis dedos y cae al barro. Estiro mi brazo derecho y me inclino hacia el fango, pero pierdo el equilibrio, mi mano resbala y caigo. Igual que el palo. Mi vestido azul, mi pelo limpio, mi cara sonrojada.
...
Era feo, pero ¿qué le ívamos a hacer? Nadie es perfecto.
Así que apagué el bolígrafo y encapuché la luz.
...
Fue en un césped... en un césped rociado de llantos. La melancolía que me abrazaba cada vez que el viendo resoplaba de cansancio parecía ser infinita.

sábado, 8 de noviembre de 2008


Bebías sin pensar las consecuencias.

No te importaba desprenderte de escasos minutos de tu valiosa eternidad por unas gotas más.

Mañana, al alba, todo y nada habría sido suficiente.

La perfección no existe, amado mío.

Las malditas sábanas que cubrian nuestros rostros no son más que las máscaras que cubren tu verguenza.


Quizás esté equivocada y todo sea no más que un sueño...y al despertar las langostas sean hadas que rezan a las rocas y la lluvia tan sólo se asemeje a las hojas que caen de los rios de tinta con los que yo imploro justicia.
Me levanté de la silla. Ensimismada en pensamientos vacíos caminé hacia donde ella estaba. Recorrí el pasillo de punta a punta sin pararme a contar las losetas del suelo y sin mirar los retratos colgados de las paredes. Cabizbaja entré en la habitación desde dónde salía la voz que reclamaba mi presencia, cada vez más débilmente. Lo último que sintió mi cuerpo fue la melodía ascendente y descendente de un xilófono recorrer mi columna vertebral. Y después.. nada. Ni pena, ni dolor, ni rabia, ni angustia... nada.

¿Será esta la famosa felicidad?