domingo, 21 de noviembre de 2010

Jodida perdiz.




Y es que yo me cago en el amor... qué estupidez más humana!!! Cuando no lo tienes, lo echas de menos. Cuando lo tienes, no te terminas de enamorar y cuando te enamoras, el tio es un capuyo!!! Así no hay quien se aclare... malditos cuentos infantiles... ¿Por qué no les ponen a ellos historias de principes encantados y nos dejan a nosotras con Dragon Ball (buscale las pelotas al dragón) y Oliver y Benji (los chicos que patean pelotas a mansalvA)? Cuando sea graduada en paro me dedicaré a reescribir cuentos clásicos infantiles y que tiemble el mundo tal y como loconocemos. Se acabó el Rosa y el Azul! Se acabaron las muñecas y las pelotas! Se acabó el buscar la felicidad en un hombre y el buscar la felicidad en la autosuperación. Nihilismo infantil!! Y que se joda de nuevo el mundo tal y como lo conocemos...



Hecho de menos mi pequeña espada de madera.

domingo, 14 de noviembre de 2010

martes, 9 de noviembre de 2010

puaj!

Que yo también me quiero enamorar
y no.
Que me parece una locura entrar en esa selva,
depredadores sobran,
se está muy bien sola.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Algo falla


Y estar en medio de un gran tumulto de gente, escuchando las canciones de un semidios, mientras todo a tu alrededor se mueve a un mismo ritmo. Y ver las caras pletóricas de emoción, de alegría encalimochada, de gran complicidad. Y respirar euforia. Y no sentirla.

Algo falla...

jueves, 4 de noviembre de 2010

Ya no te reconozco.


No apreciamos lo que tenemos, eso no es nada nuevo. El tiempo pasa y con él, el viento erosiona los castillos que se fueron levantando en el aire ¿verdad? No, mentira. De repente aparece un ogro malvado de botas heavis - si, esas botas que aplastan ciudades - y lo destroza todo sin discriminación alguna...

Todo queda irreconocible, como lo que fuimos un día. No te confundas al leer esto - si es que llegaras a leerlo alguna vez - no hablo de un amor adolescente, ni de un capricho obsesivo. Hablo de pensarte como esa jodida pieza que encajaba en una de mis caras, amigo.

Y es que es casi imposible mirarte a los ojos sin ver el odio amargo que te consume, a la par que es casi imposible recordar que no te conocí así. Y me preocupo estúpidamente, por que es inútil preocuparse por gente de orgullo desmedido, por que es inútil preocuparse por quien no quiere agarrar manos de ayuda, pero a la vez me resulta inevitable. ¡Maldita fe! Maldita fe y maldito tú.

Estás irreconocible, no sé quién eres ni qué has hecho con mi amigo.