jueves, 31 de octubre de 2013

S A L V A T O R E



Sé mi salvador.
Sácame de aquí y muéstrame que otra vida es posible.
No quiero seguir calzando mis zapatos. 
No quiero seguir escribiendo este relato. 
Cógeme y llévame tan lejos como puedas,
no importa si me asusto o lloriqueo.
Muéstrame esa Ítaca de la que siempre me has hablado,
me trae sin cuidado ya cuán largo sea el camino.
Destruye todo mi pasado, 
y cuando por fin este sola 
y no tenga nada mas que el instante presente,
calma el ardor que ahora me embriaga con licores y canciones.  
Susúrrame que estoy a salvo,
que no queda rastro de mi desdicha.
Que mis demonios quedaron rezagados
y nunca podrán darnos caza en la mar. 

Susúrrame que ahora puedo ser quien yo quiera,
sin complejos ni defectos.
Tú sólo cógeme
y llévame lejos.


miércoles, 30 de octubre de 2013

Puentes en los que tú no estás.



Cosas que ahora te contaría quedan muertas de nacimiento. 
Echo de menos que me arropes ante los terremotos.
El puente, en la madrugada, se siente más frío sin ti. 
Y en las noches en las que se empieza a derrumbar 
ya no te veo al otro lado animándome a seguir corriendo.

Qué difícil es ahora intentar vivir y qué fácil sería dejarse vencer.

Siempre pensé que en las derrotas existía un elixir agridulce 
parecido a la morfina que adormece el dolor.
Alivia las punzadas de la batalla
y relaja el tormento que produce la sombra de la muerte.
Y si no estás tú para luchar por el calor de mis mejillas,
¿no sería maravilloso abrazarlo cuanto antes?




miércoles, 23 de octubre de 2013

Razones para no enamorarte.

Si vas a enamorarte de mi, hay varias cosas que debes saber:

No soy buena persona, no soy la novia perfecta, no soy el diamante en bruto que todos ven en mi interior cuando me miran, ni siquiera podría ser su sombra. Si los ojos fueran el espejo del alma, los míos estarían vacíos, cerrados, y mis párpados dibujarían la inocencia y la alegría que muchos desean ver en mi.

Cuando se me observa con detenimiento, el tiempo desgasta sutilezas y se empieza a entrever mi verdadera naturaleza, no sé si de mujer, pero desde luego, de felina. Puedo jugar con mi cuerpo, vestir embaucadora u ordinaria, puedo jugar con tu mente, parecer sociable o misteriosa, pero en realidad sólo soy la chica de la que desearías huir para el resto de tu vida, pues yo consumo al hombre.

Consumo, desbordo sentimiento. Éste me controla a menudo. Odio, rabia, frustración, tristeza. Y a veces amor. Danzo entre la pasión y la pasividad de forma mortal. Tengo el pack completo que te construye como mi antagonista y además tenemos la mala suerte de llegar puntualmente tarde a todos los eventos de la vida. Eventos como éste. Estamos en el espacio, pero el tiempo se nos escapa entre los besos que nunca nos daremos en el presente. Quién sabe, quizás desde él pueda construir nuevos caminos en los que termine odiándote, como todas las mujeres francesas a las que pintaste desnudas en tu cama con tus labios.

Mi amor por el siglo XIX no se limita a ser una cursi que escribe poemas deprimentes: soy pesimista, soy melancólica, vivo siempre en el pasado. A veces me regodeo en su mierda, otras veces me imagino tomando caminos alternativos (incluso fantásticos) y sólo los chaparrones de agua fría me traen de nuevo al ahora. Confieso que en ocasiones busco un salvador que acepte mi alma a cambio de maldad o moralidad. Lo que sea, pero permanente. Preferiría ser una puta a la sumisa que escribe en estos blogs, sufridora y abarrotada. Ciega. Me odio por tantas cosas que he escrito.

Tú. Eres un hombre extraño. Viniste con ganas de comerte el mundo y ahora pareces empachado. Te perdiste en el laberinto de mis ojos y pareces haber encontrado la salida. Siempre imaginé que un poema marcaría nuestra despedida. En cualquier caso, fue un gusto conocerte.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Guny

Siempre pensé que nuestra historia
tendría una despedida fulminante y dolorosa.
Si la vida alguna vez nos ofreció una oportunidad,
debimos verla pasar de largo, cabizbaja.
Tal y como ahora nos miramos, de reojo.
Tal y como ahora nos pensamos, en silencio.

Nunca fui de coger la vida por los cuernos,
yo más bien soy una superviviente que se adapta:
con el tiempo, a los hechos,
con el espacio, al momento.
En el fondo somos muy diferentes,
si tú acostumbras a virar hacia el sur, yo soy más del frío norte.

Supe desde el principio que sería una Odisea,
que en este viaje a Ítaca, no llegaríamos a puerto juntos.
Pero una vez decidiste contarme el secreto de tus viajes,
largos como los años y movidos como las tormentas.
No te lo dije en su momento,
pero confieso que soy más de disfrutar del mar recostada, 
desde la orilla.