Y cómo te quiero.
Como las bicicletas que ring-rrinean al saltar de asfalto a acera, en las calles más atestadas de aquellas pequeñas ciudades. Como el aroma a bollo recién horneado que invade la pequeña cocina. Como un dialecto propio. Como una sonrisa arrancada. Como una caricia despistada.
Y cómo te quiero. Y aún más sin poder gritarlo y sin poder guardarlo. Que con el tiempo creo que me he enamorado, y espero que el tiempo se lleve este temblor. Son días de tabaco y chocolate. Nada es tan maravilloso, ni tan rosa, ni tan armónico como para quitar el hipo con carcajadas estridentes.
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