Sólo es un césped rociado de llantos
sábado, 17 de abril de 2010
De aquel día, cuando tu tocabas la guitarra con mis dedos.
Me deshago en la cera de tu aliento,
eres tan cálido y tentador, tan brillante.
Como una vela.
Una vela que vela en la noche
por pentagramas de ondulados cabellos.
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