Él sólo era un guitarrista de reveldes cuerdas,
tan joven como loco, tan alegre como iluso.
De amarga cresta, pero dulce aroma,
de bastos arapos, pero delicadas caricias.
****
Nadie esconde bajo almohadas agenas tesoros mohosos,
ni se entierran dientes de leche sin dibujar antes mapas.
No se rezan rosarios a Dioses en desecho,
ni se le hace el amor a prostitutas si susurra la fría voz de Maquiavelo.
No... todo es más sencillo... si pones tu pétalo de flor.
Hoy tengo miedo de que mis pasos me lleven lejos
y me presenten lagos eternos de monstruos azules y pegajosos.
No se juzgar ojos sinceros ni caricias calculadas,
quién cuidará de mi cuando me nublen mis demonios,
cuando la idea tire más que la sangre
o la bofetada cure heridas de amor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario