No imagino el día
en el que andando por la calle
deba ahogar gestos de cariño hacia ti.
Cuando por inercia o anhelo
quiera agarrar una mano que no me responde.
Cuando me muera por acariciar
una nuca que no se estremece.
Cuando quiera sin motivo
regalarme un abrazo tuyo
o que tus mejillas besen mis labios.
Ya fuimos amigos una vez
y qué poco nos duró.
Pasamos tres rotondas en mi viejo 205
convencidos de que el silencio amargo
no entumecería también el placer del sexo.
Y así fue.
Pasamos de ser amigos sin más
a ser amigos con derecho a roces,
a ser amigos sin derecho a sentimientos,
y por último, todo a la vez.
¿Qué seremos esta vez?
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