Y un día te despiertas y extiendes el brazo derecho por todo el sobrante del colchón, buscando a tientas algo que definirías como alguien. Lo buscas incesante pero a intermitentes y lentos movimientos. Y al no encontrarlo decides luchar contra esa luz que deja pasar la penumbra, entornas los ojos, como si subieras a la mitad de altura las persianas, y ahí está.
Es un desconocido al que decidiste llamar Mario porque lo conociste frente al mar una noche de naufragios.
Es un desconocido al que decidiste llamar Mario porque lo conociste frente al mar una noche de naufragios.
Ilustración de Michelle del Campo. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario