lunes, 3 de enero de 2011

Mi jodida vida.

Yo era feliz en mi escuela de arte. Puede que mi vida fuera un desastre, que mis emociones tuvieran una linea menos recta que el itinerario de una montaña rusa, que mi corazón estuviera más pisoteado que las colas del paro, que mi hogar fuera de un frío ceniciento y que mis notas tuvieran más números rojos que el crack del 29.

Pero a pesar de todo, en mi escuela de arte era feliz. Era un mundo a parte, era Mi Mundo a parte. Era mi despilfarro artistico por excelencia, mi cúmulo de globos inflados de colorines, mi fiesta de la espuma, mi carcajada de inspiración, mi selección de páginas con final feliz, mi locura plasmada en láminas, mi renacer, mi leimotiv, mi jodida vida.

Muchos lo vieron como un error. Algo supérfluo y estúpido, un perder el tiempo. De hecho todavía algunos me echan en cara un año perdido. Desapareció.
La echo de menos.
Y no es lo único.

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