miércoles, 2 de marzo de 2011

De cuando intenté tirar la mierda al contenedor. Parte 1.

Me gustaría contar que fue diferente. Que si me he tirado todo este tiempo en silencio, es por mi. Que camino huyendo de las horas, de las aceras y de las baladas. Qué he sabido encajar los huecos que se encharcaron con la lluvia y he sabido disfrutar de la tormenta.

Anoche salí a la calle arrastrando una bolsa pesada. Rascaba el fresco en mi piel y las estrellas me guiñaban brillos por doquier. Era el momento de sacar la porquería. Adiós Diógenes Laercio, sin ti y sin mi. Sin ton ni son. Sin diestro ni siniestro.

Pensé que entonces sí sería diferente. Que podría gritar sin medida, que me sentiría renovada.
No sé cómo ni por qué, pero la mierda siempre vuelve tarde o temprano...
Ya hace tiempo que agoté mis fuerzas y abandoné el vicio de sacar lo inmundo de forma superflua. Quizás algún día me ahogue en el cúmulo de porquería y sea entonces cuando una de las dos abandone lo que hasta entonces conocíamos como hogar, para no volver.


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