jueves, 5 de noviembre de 2009

Por mi errante compañero



He observado a las estrellas en el cielo
marchar de noche y morir en el horizonte.
Tan fulgurosas y apabullantes
que me hacían sentir insignificante.

Tanto tiempo he perdido en machacarme
que después de todo sigo siendo una ignorante,
que no elegí escoger, ni escogí elegir,
que no se hacerlo bien, pero creo saber vivir.

Fueron sendas insólitas y confusas
aquellas sobre las que pisaron mis pies desvestidos,
y sólo un nombre sin cadenas ni alas
logró por fin curar mis traspiés.

Los reflejos en sus retinas me mostraron,
más claramente que espejos y aguas cristalinas de estanques,
la conexión habida y por haber
entre su alma y la mía.

Por una vez me aventuré a creer en esa cosa
que llaman errantes compañeros de espíritu.
Y supe que me faltarían formas
para agradecerte todo y mucho más.

Nunca imaginé que el tizne de mi monóculo
fuera bañado por lágrimas de carcajada.
que de ti heredara una rata albina
y viajes de la luna hasta el sol.

Hoy llegó la hora de elegir sendas de caminante
con mis lienzos y palabras como único equipaje.
Hoy soplan vientos de levante
y varios barcos abandonan tierra firme.
Tú, errante compañero:
si estás ahí, no habrá traspié.

1 comentario:

Shadow on the road dijo...

enorabuena por encontrar un compañero re viaje

:)