miércoles, 18 de enero de 2012

Y aquí estaba. Tres de la mañana. Un flexo cuya luz calentaba más que siete supernovas y un ánimo de triste balada. Papeles por todas partes, agua, cafés, incienso, velas, pañuelos y Ocre. Ocre, pequeño peluche de tacto suave y helenística mirada.

No sé qué hacer. Siento fracasar... sin haberlo dado todo o más. No está siendo un buen mes. Me disgusto, me desprecio y me rebajo. Caigo en mis hoyos, tropiezo con mis pies, me distraigo con mi conciencia. No sé dónde quedaron mis ansias, mi ánimo, el apetito que te da el hambre para comerte el mundo. Yo llamo a mis demonios, yo cabo mis tumbas y amontono su tierra plantándome montañas. Así fumo mis noches y esfumo mis días. Así me consumo escondida en mi desgana. Sin la voluntad para enfrentar las olas incluso en los días más calmados.

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