martes, 7 de julio de 2015

Afra Stein



Ilustración de Clint Cearley



     ¿Podremos algún día dejar de buscar sentirnos especiales?
     Me obsesiona la pérdida de lo irrecuperable. Por eso lo apunto todo: apreso las respuestas curiosas en libretas, releo las conversaciones que dejan buen sabor de boca y repaso mentalmente los buenos momentos.
     Extraño a las amistades que me hacían sentir especial. Ahora ese papel lo cumple Afra, Afra me hace única y la amo por ello. Sin embargo sé que un día morirá, caerá en ese olvido irrecuperable, dejando sólo recuerdos intensos y alguna que otra tumba a la que dirigirme con una vaga y triste mirada. 
     Su ausencia será también hambre, ese rugir de estómago que se extiende a todo el cuerpo en forma de vibración física, fisiológica, poética, emocional.
     No disfruto las cosas sanamente. Las llevo al límite y lo traspaso. Creo que  últimamente paso más tiempo sintiendo como Afra que como María. No me importa, pero sé que mañana dolerá la despedida de ese amor propio desdoblado.

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