martes, 21 de julio de 2015

M

Y un día te despiertas y extiendes el brazo derecho por todo el sobrante del colchón, buscando a tientas algo que definirías como alguien. Lo buscas incesante pero a intermitentes y lentos movimientos. Y al no encontrarlo decides luchar contra esa luz que deja pasar la penumbra, entornas los ojos, como si subieras a la mitad de altura las persianas, y ahí está.

Es un desconocido al que decidiste llamar Mario porque lo conociste frente al mar una noche de naufragios.

Ilustración de Michelle del Campo.

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