jueves, 15 de enero de 2015

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Ilustración de Apollonia Saintclair

     Estaba deseando llegar a casa. Tenía por delante los planes más estimulantes que había hecho desde hacía semanas. Dos porciones de pizza fría le esperaban sobre la mesa para merendar/cenar. Tenía la certeza de que la casa estaría sola durante al menos tres horas y un pequeño dildo la esperaba bajo la cama. Pizza y autosex, ¿Podía alguien pedir más un jueves por la noche en época de exámenes?
      Le estimulaba sobre todo la idea de ver el porno con volumen y gemir lo alto que quisiera. Adoraba los cuerpos y los gemidos femeninos. Se consideraba afortunada de poder disponer de ambos (aunque tuviera que silenciar sus orgasmos para no despertar/alarmar al personal). La pizza tampoco estaba mal, pero por ella podía gemir a pierna suelta cuando quisiera.
      Estuvo bien. Disfrutó de ambas actividades regodeándose todo cuanto pudo. Sin embargo con una de ellas... No hizo falta que renunciaras a tus manos, resulta que algunas sensaciones tienen también tu nombre. Y en parte te odió por ello. Y en parte lloró por ello. Todavía no ha encontrado una esquina en la que pueda perderse sin ti.
         

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